La cerámica tiene algo especial que va más allá de la creación de piezas de decoración o utilitarias. Crear con barro, conecta nuestras manos con la tierra y nuestra mente con el presente. Desde que comencé, he experimentado cómo este proceso me calma, me centra y me permite desconectar del ruido mental. La cerámica, además de ser una expresión creativa, se ha convertido para mí en una herramienta para el bienestar emocional.
Un viaje hacia el mindfulness a través del barro
Cuando me sumerjo en la creación, mi mente se ralentiza y todo se enfoca en el presente. Mis sentidos se agudizan y trabajan junto con mi imaginación para dar forma a la pieza, mientras el ruido mental va perdiendo fuerza. Mi atención deja de saltar de un lado a otro y se concentra en lo que tengo delante, como una forma de mindfulness creativo y divertido. El barro me atrapa en este momento, exigiendo mi completa atención. Me dejo llevar por la textura del material, los olores, la forma que va tomando y el movimiento de mis manos. Todo lo demás queda en segundo plano; no hay prisas ni preocupaciones, solo el aquí y ahora.

El poder terapéutico de conectar con la tierra
Todas las actividades creativas nos ayudan a estar en el presente y a conectar con nosotras mismas, pero trabajar con barro tiene algo especial que me atrapó desde el principio. Al usar un material tan primario y natural, siento una profunda conexión y enraizamiento con la tierra. Transformar un pedazo de la Tierra en algo que nace en mi imaginación es una experiencia mágica. Además, es como si el barro absorbiera nuestras cargas emocionales.
Terapia creativa para todos
He tenido el placer de compartir esta experiencia en mi taller de cerámica en Fuerteventura, donde he visto cómo muchas personas también han encontrado en el barro una forma de calmar su mente, concentrarse y redescubrir su creatividad.
La cerámica no solo es una terapia individual, sino también una actividad que conecta a las personas con su entorno y con los demás. En los pequeños grupos que formamos en el taller, nos inspiramos entre nosotras y compartimos nuestras experiencias. Es una forma de terapia que nos invita a centrarnos, relajarnos y, sobre todo, disfrutar del proceso.